De toda la natural manifestación sobre el hecho necesario de facilitar el traslado del aeródromo de Cuatro Vientos hacia otro espacio más adecuado -al hilo del último choque de avionetas, la semana pasada-, me ha causado especial inquietud la rapidez con que el señor alcalde se sirve adelantar los propósitos económicos favorables a cuenta del terreno, que da para obtener gratis el nuevo emplazamiento de la aviación comercial y, a ser posible, que pueda sobrar algo para las faltriqueras interesadas en la operación... La nueva costumbre de «estar en todo» anticipa con carácter de normalidad el teje-maneje de las plusvalías. Tener la sartén por el mango legislativo hace este milagro del suelo. No es difícil suponer que los Ministerios de Defensa y de Fomento hayan podido sentirse interesados e, incluso, ilusionados con una propuesta que... seguramente, no podrán rechazar... Este estilo de «servicio a la ciudad y al bien común» viene ofreciendo, sin disimulos, grandes realizaciones y también no pocos negocios particulares de los que, cada vez, se escandaliza menos gente. No señalo sospechas, que las hay a «punta-pala»: hacer compatible un estado de mamoneo social entre el poder público y el poder privado es muy peligroso. Los deplorables episodios que se instalaron en Marbella sitúan en la cabeza de tan malas costumbres el modo de «hacer política». El garito sevillano del hermano de uno, o aquel error reconocido por otro, cuando dispuso poner el dinero público a la intemperie de la renta variable de Tokio, fueron pecados veniales al lado de lo que se gasta en el siglo XXI.
Pasar todos los días por delante de lo que fue Ciudad Deportiva del Real Madrid es sentir el bochornoso contubernio de un urbanismo que se ha despojado del más mínimo decoro. La tolerancia impuesta en la fachada de la calle del Padre Damián es muy superior a lo que se consiente en roturas de parquímetros. Un decir, ¡como si valiera todo! Las ciudades crecen y los cambios de usos y funciones nos obligan a pensar en el futuro ; pero no hasta el punto de empezar necesariamente por esa aspiración inmediata de hacer caja con las plusvalías. Se suele encubrir la publicidad al uso con el propósito de financiar obras de interés general, aunque en la primera línea de salida lo que prima siempre es el consenso para no discutir a la hora del reparto. La obsesión por engordar sus faltriqueras no se limita sólo a las constructoras privadas, sino también a los que presumen de administrarnos.
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Nota: el texto anterior no es mío, sino que ha sido publicado hoy en el diario ABC. Aplicando la misma regla de tres que vienen aplicando algunos personajillos del foro, ¿acaso el periódico fundado por don Torcuato Luca de Tena se ha vendido al partido comunista? Yo creo que sencillamente, incluso el ABC, refleja lo que ya es un clamor popular, con independencia de ideologías (y es que, pese a lo que digan los sectarios partidistas, el choriceo, el pasteleo y el pelotazo están en todas partes y no entienden de siglas).
http://www.abc.es/abc/pg060425/prensa/noticias/Madrid/Madrid/200604/25/NAC-MAD-209.asp