'El Pocero' vuelve a ser moroso en su tierra y regresan las pancartas
elEconomista
3/03/2011 - 11:38
La Justicia no descarta imputarle
Parece que en las vacaciones a El Pocero se le hacen agujeros en los bolsillos. De momento sólo hay una pancarta, "por qué no pagas lo que debes y luego te vas si quieres", pero los vecinos de El Quiñón en Seseña no están dispuestos a seguir despidiendo a personal de sus comunidades como conserjes o limpiadoras por las deudas de El Pocero.
Lo ha abandonado todo y vuelve a ser moroso en su tierra. Debe la comunidad desde septiembre y ya es el segundo año consecutivo. En tan sólo uno de los bloques, el 31, debe cerca de 40.000 euros que han obligado a los vecinos a prescindir de una de las limpiadoras y, en este mes, se verán obligados a despedir al conserje al que ya le redujeron su jornada laboral si no logran que El Pocero se desprenda de lo que para un empresario como él debería ser calderilla. Sin embargo, ni pa pipas.
Únicamente se esfuerza en rodearse de los suyos y continuar con su ya perdida lucha contra en Ayuntamiento de Seseña. Eso sí, tiene fuerzas y aliento para convencer a su amigo, dueño de un bar en el Residencial, y a su hermano, que posee allí un local, para que coloquen pancartas en contra de la gestión del alcalde.
Y ahora, son los propios vecinos los que han decido plantarse. Y no como el verano pasado, que tras un poco de ruido mediático El Pocero pagó y a los pocos meses volvió a las andadas. A la solitaria pancarta que ya se encuentra en el Residencial se unirán otras en breve, tras las reuniones que van a mantener otros bloques en los que el empresario también es moroso.
En el 35, su deuda es mayor, puesto que el polémico empresario es dueño de 99 viviendas frente a las 66 que posee en el bloque 31. En esta ocasión la estrategia de los vecinos es mantener las pancartas hasta que comprueben que El Pocero paga religiosamente cada mes. "No vale con que salde sus deudas", aseguran enfurecidos los vecinos. Y es que su temor, en esta ocasión va más allá de las deudas del empresario.
Son conscientes de que quiere desaparecer del país y si el ayuntamiento decidiese, por algún motivo, recepcionar las obras, serían los propios vecinos los que tendrían que sufragar las obras que todavía faltan por hacer a razón de un 0,055 por ciento cada vecino. Así lo dice una de las cláusulas del contrato que firmaron pensando en la casa que sí podían comprar (uno de los eslóganes de El Pocero) y en la que, al menos este verano, no van a poder disfrutar de la piscina puesto que la caja de la comunidad está vacía.
Tampoco van a poder admirar ese lago del que tanto le gustaba presumir al empresario. También está vacío. Ellos tendrán que hacer frente a los impagos que acumula de la depuradora, a los desperfectos que todavía continúan y a la faraónica obra, sin abonar, que hará llegar agua al Residencial. Por eso, los vecinos sienten que son otras víctimas de El Pocero. "Que se ría de su madre", exclaman, mientras esperan oír el alegre tintineo de la calderilla.
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