Conste, en primer lugar, que yo voté a favor de mantener las barandillas pues creo que uno debe votar siempre en favor del bien común de la comunidad. Si alguien votó por venganza, allá su conciencia.
Ahora bien, si uno es tan escrupulosamente riguroso en las formalidades para un tema como el de los tendederos, debe serlo también a la hora de modificar un elemento que altera la estética del edificio sin haber solicitado el pertinente permiso de la comunidad.
Cuando ese vecino decide llevar a juicio a la comunidad por un acuerdo que, no me cabe la menor duda que se votó por mayoría, actúa conforme a la legalidad, pero también actúa con cierto hambre de venganza. Digo que no me cabe la menor duda de que se votó por mayoría porque, a pesar de que soy vecino desde hace bien poco, estoy seguro de que si la votación hubiera sido reñida, ya se hubiera encargado alguien en su momento de que se contaran bien los votos y se ponderaran con los porcentajes correspondientes.
Por tanto, no creo que haya aquí un santo y un demonio. Si nos atenemos a la legalidad, los dos tienen sus razones. Y si nos atenemos a la mala fe, también. Por eso me parece un poco extremista tu comentario.
¡Saludos!