Yo veo bien las obras de la luz porque nos vamos a ahorrar abstante dinero en las facturas, aunque quizás si se hubiera hecho desde el principio cuando se estaba construyendo el edificio, hubiéramos puesto un poco de dinero y ya lo teníamos solucionado.
El tema es que la piscina y todo lo que ello conlleva dispara los costes.
Yo antes vivía en Las Américas y en una urbanización similar en cuanto a número de vecinos y espacio comunitario, no había piscina, sino que todo el espacio central estaba unos bancos, unos árboles, una pista de baloncesto y jardines que se mantenían sólos porque eran plantas arbustivas que no necesitaban ser regadas apenas. Allí a día de hoy se pagan 40 euros de comunidad.
Pero es cierto que en nuestro caso, los vecinos tenemos bastante dejadez por los temas comunitarios. ¿Porqué cuando se necesita un presupuesto de algo se muestran uno o dos y precisamente de los administradores?. Ya que los presupuestos son gratis se podían pedir muchos y así valorar mejor lo que nos ofrecen las empresas de mantenimiento. O que acabamos diciendo sí a todo lo que significa poner dinero con cara de despiste y llenos de dudas.
También sería deseable hacer alguna reunión sin los administradores. Quedar los vecinos un sábado convocados por el presidente de la Mancomunidad y debatir asuntos sin la que la presencia de los administradores pueda condicionar nuestras decisiones.
En la última reunión, hubo un detalle totalmente friki de la administradora que no me pasó desapercibido. En medio de la asfixia mensual que tenemos y con una derrama a la vista por lo de la electricidad, nos suelta la tía que compremos una tarima de madera para la entrada de la piscina (200 euros de nada !!!!). Vamos, que nada de poner unas baldosas que seguro hay sobrantes de repuesto en el cuarto de materiales, sino una tarima de madera noble que estos vecinos dicen sí a todo. No sé en qué quedó la cosa pero me temo que lo mismo se ha dado el capricho y la ha comprado.
Y después cambiando de banco por tres o cuatro euros de mantenimiento o unos céntimos de cada devolución. Realmente surrealista