Con el brío que alienta una profunda convicción avanza Soso_Cáustico en su argumentación desde la consideración de un Dios hecho a imagen del hombre hasta la exaltante visión del cielo estrellado. En pocas líneas ha conseguido introducir algunas de las cuestiones clave que aparecen al abordar el conocimiento de aquello que sea la religión. Entre ellas, de suma relevancia es cuando plantea "que las religiones sean opciones aceptables... o por el contrario, deplorables, tiene que ver con el sentido e interpretación de la palabra de cada Dios". Interpretación de lo revelado por Dios: como objeto del conocimiento teológico; y en la religión como fenómeno histórico, motivo no pacífico que ha hecho correr ríos de tinta; y de sangre. En vez de extenderme sobre este punto, que implicaría iniciar un debate más amplio sobre las religiones, como más abarcable me limitaré a matizar un par de cuestiones de la intervención de Soso_Cáustico.
La primera, cuando dice que "la iglesia católica se ha integrado en el sistema productivo-reproductivo como catalizador nuclear que siempre ha favorecido a los grandes poderes". Si puede aceptarse, con mayor o menor énfasis según la época histórica, que en general la Iglesia ha respaldado el orden social vigente en sus estructuras esenciales, también ha existido dentro de ella misma y en sus periferias heréticas o heterodoxas una tradición de protesta y de rebelión contra el orden social y político. De hecho, en las épocas en las que el poder de la Iglesia sobre la sociedad ha sido mayor, edades Media y Moderna, el lenguaje de las revueltas campesinas y urbanas era en gran parte religioso y no era extraño el papel destacado de clérigos en ellas. Al día de hoy, debería verse como una obligación de la Iglesia la denuncia de la desigualdad social y de las situaciones políticas de opresión.
la segunda matización tiene que ver con la afirmación de "que la Iglesia católica ha venido reforzando sin paliativos las más salvajes y descontroladas estrategias de reproducción de los genes"; (en épocas de una tecnología eficiente y madura, en contra de anticonceptivos, el aborto... añade en nota). Hasta época reciente la evolución demográfica de las sociedades ha estado fuera del control humano, con lo que las ideas de la Iglesia en lo relativo a la reproducción humana han tenido una incidencia mínima sobre dicha evolución o los sistemas demográficos. Por otro lado, lo que han dicho la Iglesia y los teólogos cristianos, en cerca de dos mil años, sobre el matrimonio, el placer sexual, el aborto, el número de hijos, etc. no ha sido siempre lo mismo. Sin remontarse a San Jerónimo u otros Padres de la Iglesia; por ejemplo, ya desde comienzos del siglo XV encontramos bastantes teólogos, algunos españoles entre ellos, que mantienen ideas y hacen recomendaciones claramente malthusianas. Por otro lado, hay una línea irracional en el cristianismo desde el siglo II de condena del placer sexual y de propugnar la castidad, que podemos encontrar en época contemporánea hasta en un heterodoxo como León Tolstói; y, por desgracia, en la encíclica Humanae Vitae, de 1968.
Actualmente la doctrina oficial de la Iglesia católica sobre estas cuestiones está enfrentada a la ciencia y a la racionalidad; y a la opinión de notables teólogos católicos. Es dañina y una fuente de descrédito. Por ejemplo, las extraviadas teorías demográficas del obispo Reig Plá con las que argumenta su condena de la anticoncepción, el aborto y la homosexualidad o la obsesión antisexual de una parte del clero en España, en donde el gobierno del Partido Popular presentará en breve al parlamento para su aprobación una ley antiabortista. Los viajes de los últimos Papas a África condenando los preservativos, la anticoncepción y el aborto, que viene a ser como fomentar la pobreza y el SIDA, han sido objeto de una gran crítica. En la práctica estas ideas han sido ampliamente ignoradas por los católicos en el mundo desarrollado. Han tenido efectos negativos, sin duda, en un grado difícil de determinar, en bastantes países de América Latina. Pero la responsabilidad mayor lo ha estado en la política de esos países, tanto en lo que atañe a las políticas demográficas como a la economía y la acción sobre las sociedades en general.
En cuanto a la "edulcorada" imagen del misionero por Viajero, su última intervención viene a corroborarla y la acrecienta. Es la imagen difundida por una bienintencionada propaganda ( Propaganda Fide), pero interesada. Imagen que tiene uno de sus acabados más conseguidos en la monja Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz y beatificada al poco de morir por Juan Pablo II, a pesar de las convincentes y demoledoras críticas a la monja, dentro y fuera de la Iglesia.
La asociación de medicina con misionero procede de la época colonial, en la que éste podía aparecer como un elemento más de la administración colonial con funciones sanitarias, que, además, contribuían a facilitar la tarea evangelizadora y el control de la población. A ello se unían una serie de consideraciones sobre la enfermedad como estado moral, teñidas de darwinismo social y racismo. Los misioneros profesionales médicos o enfermeros eran escasos; en Nigeria, por ejemplo, en 1926 solo el tres por ciento.
Hablar de la época colonial en África no es remontarse muy atrás, más aún si se tiene presente que a la descolonización le ha seguido en muchas de las nuevas naciones una situación que se suele calificar como de neocolonialismo. Los éxitos de la evangelización en África son inseparables de las consecuencias de la dominación colonial en las sociedades. No es casualidad que las más avanzadas redefiniciones de la evangelización, la relación con otras creencias y la tarea misional hayan sido hechas por los misioneros jesuitas, a partir de la última guerra mundial, en un país no sometido al dominio colonial como Japón.
La actividad preponderante de los misioneros es la pastoral. Es más habitual encontrar a monjas misioneras en tareas asistenciales. Tengo una fluida relación con algunos misioneros, españoles y alemanes, que llevan a cabo su labor en varios países africanos. Están muy lejos del estereotipo de la propaganda. Tienen un espíritu aventurero y les gusta viajar; el interés por asimilar otras culturas, por el aprendizaje de lenguas y la amplitud de intereses es corriente en ellos; suelen contar con una economía más desahogada que la de cualquier sacerdote en su país, lo que les da mayor autonomía; son personalidades equilibradas, alegres y esperanzadas, contribuyendo quizás en algún punto a ello el que las duras restricciones que impone la disciplina eclesiástica se relajan notoriamente en Äfrica, en donde cuentan, además, con una mayor capacidad de inciativa y libertad.
Por descontado, están expuestos a contraer alguna enfermedad tropical (sin que se pueda comparar ni de lejos con el peligro que esto suponía en la época colonial) y tienen que desenvolverse en las condiciones materiales propias de las sociedades del llamado tercer mundo. Pero en el mundo católico me parece que lo que es una vida sacrificada es más apropiado para describir la que llevan, por ejemplo, unas monjas de clausura, que salen del convento unas pocas veces en su vida y se deben comunicar con cualquier persona del exterior con una reja de por medio. O la del cura de cualquier ciudad de una país occidental que ve como la parroquia va menguando cada vez más.
Por último, y volviendo al principio de la discusión, entre el hombre hecho a la imagen de Dios, o hecho Dios a la imagen del hombre; en lo que radicaría la diferencia entre la religión y un laicismo basado en la ciencia, está el desafío a la teología y la metafísica propuesto por Simone Weil para los católicos: "tenemos que creer en un Dios que sea como el verdadero Dios en todo, excepto en el hecho de que no existe, pues aún no hemos llegado al punto en que Dios existe".
Simone Weil fue influenciada en algún momento por Emmanuel Mounier, fundador del personalismo, que es, por cierto, la base filosófica en la que dicen basarse en el colegio ANTAMIRA, sobre el que her recibido en el buzón del foro unas sorprendentes y un tanto inquietantes informaciones, de algunas de las cuales daré noticia aquí más adelante, cuando me sea posible contrastarlas con un padre ahora de vacaciones y consulta con un sacerdote.