Mis queridos hermanos y amigos: Lo importante es DAR FRUTOS, y Cuales? Hay frutos que hoy son más urgentes: Hombres y mujeres de Paz, que reconcilian, que perdonan, que aman, que oran, que siguen adelante porque al que seguimos es al Señor.. que se reúnen para buscar soluciones, no para chismear y juzgar, que descubren que TODOS ESTAMOS EN EL MISMO BARCO, que somos todos del mismo barro, y que es el espíritu de Jesús, unidos, el que lleva la barca de la Iglesia y la impulsa.
La Iglesia de Jesús, es de Comunión, de comprensión, de respeto a las difencias... si no vamos por este camino, será difícil Dar frutos de Solidaridad, de vida y de esperanza para todos. Seamos una Buena Noticia de esperanza.
Un abrazo
José María sds.
LES INVITO A PARTICIPAR Y COMPARTIR LA VIDA Y LA FE NUESTROS TRABAJOS Y ESPERANZAS EN ESTE BLOG DE LA FAMILIA SALVATORIANA TODOS UNO EN CRISTO EN LA IGLESIA Y EN LOS POBRES.
Se puede acceder directamente al blog de la familia Salvatoriana con este enlace:
http://blogs.periodistadigital.com/familiasalvatoriana.php ¿PARA QUÉ UNA HIGUERA SIN HIGOS?
Jesús se esforzaba de muchas maneras por despertar en la gente la conversión a Dios. Era su verdadera pasión: ha llegado el momento de buscar el reino de Dios y su justicia, la hora de dedicarse a construir una vida más justa y humana, tal como la quiere él.
Según el evangelio de Lucas, Jesús pronunció en cierta ocasión una pequeña parábola sobre una «higuera estéril». Quería desbloquear la actitud decepcionante de quienes le escuchaban, sin responder prácticamente a su llamada. El relato es breve y claro.
Un propietario tiene plantada en medio de su viña una higuera. Durante mucho tiempo ha venido a buscar fruto en ella. Sin embargo, años tras año, la higuera viene defraudando las esperanzas que ha depositado en ella. Allí sigue, estéril, en medio de la viña.
El dueño toma la decisión más sensata. La higuera no produce fruto y está absorbiendo inútilmente las fuerzas del terreno. Lo más razonable es cortarla. «¿Para qué va a ocupar un terreno en balde?»
Contra toda sensatez, el viñador propone hacer todo lo posible para salvarla. Cavará la tierra alrededor de la higuera para que pueda contar con la humedad necesaria, y le echará estiércol para que se alimente. Sostenida por el amor, la confianza y la solicitud de su cuidador, la higuera queda invitada a dar fruto. ¿Sabrá responder?
El relato de Jesús es una parábola abierta, contada para provocar nuestra reacción. ¿Para qué una higuera sin higos? ¿Para qué una vida estéril y sin creatividad? ¿Para qué un cristianismo sin seguimiento práctico a Cristo? ¿Para qué una Iglesia sin dedicación al reino de Dios?
La pregunta de Jesús es inquietante. ¿Para qué una religión que no cambia nuestros corazones? ¿Para qué un culto sin conversión y una práctica que nos tranquiliza y confirma en nuestro bienestar? ¿Para qué preocuparnos tanto de «ocupar» un lugar importante en la sociedad, si no introducimos fuerza transformadora con nuestras vidas? ¿Para qué hablar de las «raíces cristianas» de Europa, si no es posible ver los «frutos cristianos» de los seguidores de Jesús?