Yo creo, que cada partido ejerce como emisor de opinión de la ideología que representa, en la que muchas veces se confunden ideología con intereses individuales que atentan contra las propias siglas del partido al que pertenecen, haciendo un flaco favor a la profesión que desempeñan, siendo la confianza la principal herramienta de cualquier grupo político.
El otro día leía en un periódico "LA ESTRATEGIA DE MARKETING DEL COMUNICADOR POLÍTICO", hago un extracto de su contenido, donde se puede sacar conclusiones mas o menos genéricas. Recomendable la lectura para nuestros políticos:
La comunicación política se plasma en un espacio en el que se unen el pensamiento del poder político y las respuestas de la sociedad civil constituyendo un diálogo permanente en el que se sustenta la convivencia democrática. Se fragua un circuito comunicativo de doble vía, ya que los comunicadores políticos informan sobre sus proyectos, pero la ciudadanía también transmite sus inquietudes. Y en el centro están los medios de comunicación de masas. Son el nexo entre el poder político y la sociedad civil. Les corresponde servir de receptores del mensaje político y también el de emisores. La prensa crea y destruye líderes, al igual que enaltece y condena ideas. Pero aún más importante es el poder marcar la agenda política, es decir, delimitar los asuntos de los que hay que debatir excluyendo otros que pasarán desapercibidos si los grandes medios de comunicación no les prestan una cobertura adecuada.
La comunicación política es la base sobre la que el político construye su edificio comunicativo. Es una obra arquitectónica que tiene que estar perfectamente planificada en su integridad. Toda la comunicación que emana del Gabinete de Prensa debe encajar coherentemente como las piezas sobre las que día a día se va forjando el perfil del líder político y de la organización. Cada comunicación es un pilar que debe estar dimensionado para el logro final de una imagen que dé confianza al receptor, que al final es un elector.
La política es persuasión. En una sociedad democrática, quienes desempeñan responsabilidades públicas y creen honestamente en los principios que defiende su formación política, utilizan la persuasión como herramienta para ganar adeptos. El mensaje persuasivo, lejos de constituir un riesgo para la libertad, se vuelve imprescindible en la necesaria pluralidad, y su existencia es símbolo de una sociedad abierta. El político es un comunicador que encuentra en la persuasión su instrumento más valioso. Pero persuadir no es una técnica para “vender” un producto llamado ideología.
Espero y deseo, que esa revista que nos envian periódicamente tenga un caracter mas plural y que sus espacios sean repartidos de forma mas ecuánime. Mensaje que traslado para el que se haga dueño en los próximos comicios del bastón de mando de este Municipio.
Un saludo.