sergios2 dijo:
En primer lugar si se decide pagar lo que se nos pide,mucha gente màs o menos el 50% no va poder hacer frente a ese pago, porque sencillamente el banco no les va dar el dinero ; en segundo lugar no deberiamos pagar nada que superase el módulo de protecciòn oficial porque simplemente es ilegal, y si el consejo rector lo ha acordado asì ese acuerdo no sirve, con lo cual no tiene validez, por último yo tengo muy claro los pasos que voy a dar, cada uno llegados a el punto de tener que pagar porque lo decida asì la asamblea que tome sus decisiones, yo me voy a los tribunales y que se investige todo y a todos, estamos ante una estafa desde mi punto de vista.
Creo que no estás muy bien informado así que te lo vuelvo a explicar:
Cuando la JCCM sacó nuestra parcela a concurso, los promotores o cooperativas que se presentaran debían de comprometerse a hacer viviendas y venderlas al precio del módulo. Por aquél entonces (finales de 2003, principios de 2004) el precio del módulo fijaba el precio final de la vivienda (con trastero y garaje) en poco más de 17 millones de pesetas. Nuestra cooperativa se presentó al concurso, y lo ganó. Y más tarde nos apuntamos todos nosotros, como socios de la cooperativa y ya entonces, desde el primer momento, nos dijeron que, tal y como estaba el mercado de la construcción, iba a ser muy difícil encontrar una constructora que nos hiciera los pisos por ese precio. Aparte, tuvimos la mala suerte de que no nos dejaron empezar a construir hasta 2006, cuando los pisos estaban por las nubes. Sacamos la obra a consurso y se presentaron 4 empresas constructoras con sendos presupuestos de los cuales elegimos el más económico. Ni que decir tiene que ninguno de esos 4 presupuestos se ajustaba al precio de 17 millones por piso. Se votó en asamblea y se aprobó conceder la obra a UICESA. Entonces habría sido el momento de decir: no, hay que hacer pisos y venderlos a 17 millones así que no vamos a contratar nada que supere ese precio. Pero claro, eso suponía no hacer los pisos, y ninguno de nosotros dijo nada. Simplemente nos limitamos a elegir el presupuesto más barato.
A parte de todo esto, ya sabemos cómo nos la ha jugado la constructora: se ha retrasado casi un año en la finalización de la obra y encima cada una de las modificaciones que les hemos pedido nos la han cobrado a precio de oro. Es una estafa, claro que sí, pero no nos queda otra. Yo no pertenezco al consejo rector pero creo que en su lugar habría hecho lo mismo: porque si el arquitecto que yo he contratado y que estoy pagando para que me inspeccione la obra y me garantice que la constructora está construyendo como es debido, me dice que hay que aprobar una modificación de proyecto porque es necesario poner una columna, o una barandilla, o un desagüe, pues lo tendremos que poner, aunque la constructora nos cobre el doble de su valor real.
Por eso, como adjudicatarios tenemos el derecho de "comprarnos" las viviendas a 17 millones, pero como cooperativistas tenemos la obligación de "vendérnoslas" a ese mismo precio. El problema viene cuando la cooperativa tiene que hacerse cargo de una serie de gastos de construcción que, si dividimos entre 156, resulta que tocamos a 25 millones. Es un negocio ruinoso, tiene 8 millones de pérdidas, y si no fuera porque los pisos los vamos a comprar nosotros mismos, pues seguramente no los haríamos "así de bien". Me refiero a que seguramente haríamos como otros promotores de nuestro mismo concurso, que están obligados a vender las viviendas a 17 millones y efectivamente así lo hacen, aunque ya me sé yo lo bien hechas que están esas viviendas. Porque es de cajón, si el piso no es para tí, vas a intentar hacerlo lo más barato posible.
Espero que así haya quedado claro que, como compradores tenemos que pagar 17 millones por nuestro piso (tal y como refleja el contrato de adjudicación) pero como socios de la cooperativa, no nos queda más remedio que pagar a la constructora lo que hayamos acordado con ella. Por la sencilla razón de que si la constructora no nos entrega la obra, dificilmente podremos entregar las llaves a los adjudicatarios, esto es, a nosotros mismos.