El alquiler tradicional, es decir, el de toda la vida, el que se rige por la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) y que permite al inquilino vivir en una vivienda durante un largo periodo de tiempo, comienza a ser un bien escaso en ubicaciones muy concretas de grandes ciudades como Madrid y Barcelona, debido al imparable avance del denominado alquiler turístico o de corta estancia (días, semanas, meses...), que ha crecido como la espuma al calor del desarrollo de plataformas como Airbnb, HomeAway, Wimdu, Niumba, Rentalia o Booking.