El Índice de Precios al Consumo (IPC) español está en máximos desde 1985 al situarse en el 9,8%. Esto supone, en la práctica, una reducción drástica del poder adquisitivo de los ahorradores y consumidores. En otras palabras, el mismo dinero que hace doce meses vale ahora casi un 10% menos. Una situación que los propietarios de los pisos solían compensar con las revisiones de la renta para ajustarlo al aumento del IPC y así salvar la inflación, o lo que es lo mismo, mantener el poder adquisitivo. Una situación “muy preocupante por dos razones: en primer lugar, porque nada hace presagiar que esta tendencia esté próxima a su fin; en segundo lugar, porque las medidas no se están implementando con la celeridad que reclama esta situación”, comenta Eduardo Irastorza, profesor de OBS Business School.